Hechos 7
Queridos
jóvenes y amigos,
A mi me
parece que les seria de mas beneficio leer el capitulo siete de Hechos que leer
cualquier cosa que yo les puedo decir sobre el capitulo. Pero quizás
seria de provecho notar algunas cosas que me han impresionado.
Primeramente
hay algo precioso viendo a este hombre, recién diacono pero ahora predicador
fuerte y primer mártir, según lo que nos indica la Biblia, de la época
cristiana. Vemos el ultimo versículo de
capitulo 6 “Entonces todos los que estaban sentados en el
concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un
ángel.” ¿Cómo es el rostro de un
ángel? A la verdad, yo no sé, pero puedo
imaginar y me gusta hacer el contraste entre el rostro de Esteban en los
rostros de los que estaban alrededor.
Ellos, llenos de furia y enojo, deben haber tenido caras con huellas de
su actitud y estado de alma. Pero
Esteban, lleno del Espíritu Santo, no se veía menos con cara de ángel;
tranquilo, contento en presencia del “Dios de gloria” en cuya presencia él
andaba en la vida y cuya gloria él vio antes de partir del cuerpo bajo las
piedras tirados por hombres enfurecidos. “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo,
puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la
diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo
del Hombre que está a la diestra de Dios.”
En el
capitulo Esteban cuenta la historia de Israel por las edades, hablando de tres
personas en su historia que eran rechazados.
Primero, Josué, vendido por sus hermanos pero escogido de Dios como salvador
del mundo de aquel entonces. Después,
Moisés “A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto
por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano
del ángel que se le apareció en la zarza.”.
Finalmente habla de David, el rey escogido de Dios, quien también fue
rechazado y perseguido por Saulo, el rey escogido por el pueblo. Termina su discurso con estas palabras tan
fuertes “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros
resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los
que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis
sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por
disposición de ángeles, y no la guardasteis.”
Esteban les culpó desde su principio hasta aquel momento de no haber
escuchado los ruegos de Dios por el Espíritu Santo. El triste resultado era que ellos sellaron su
futuro por muchos años, rechazando el ultimo
testimonio que Dios les iba a enviar como nación.
¡Que
maravilloso es ver a Esteban llegando a ser en semejanza a su maestro, a quien veía
a la derecha de Dios en gloria! Sus
palabras eran tan semejantes a las palabras que dijo Jesucristo en la
cruz. Pero hay en una pequeña
diferencia. Cristo dijo “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” haciendo su pecado uno de
ignorancia. Esteban dijo “Señor, no les
tomes en cuenta este pecado.” Ya no había
posibilidad de imputar su pecado a ignorancia.
Apedrearon a Esteban con ojos abiertos, habiendo escuchado muy bien la
fuerza de sus palabras, culpándoles finalmente de haber rechazado al Justo, eso
es, el mismo hijo de Dios, el Señor Jesucristo.
De este punto para adelante, la salvación iba a sobrepasar los términos
de Israel para salir a todo el mundo.
Dios había terminado de obrar solamente con la nación de Israel hasta el
día (aun futuro) cuando habrá arrepentimiento nacional “y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito.” Zacarías 11:10.
Su
hermano en Cristo, Felipe Fournier