Daniel con los leones
Léase por favor Daniel 6
Queridos jóvenes y amigos,
Vemos en este capítulo el hombre Daniel, ya viejito, de alrededor de
ochenta años, según la historia de los reinos de Babilonia. Es de mucho ánimo notar que sus principios de
vida y su fe en Jehová Dios de Israel no habían cambiado nada, a pesar de
tantos años en un país lejano, bajo la cautividad de Babilonia. Nosotros también estamos en un mundo
contrario, lejos de nuestro hogar celestial, y muchas veces las circunstancias
que nos rodean no son agradables. ¿Vamos
a ser fieles a Dios a pesar de todo como Daniel?
La cosa que enfrentaba Daniel en este capítulo era la envidia, una cosa
siempre negativa en la Biblia. Es
diferente que el celo, que en ingles muchas veces se usa como un sinónimo de
envidia. Pero el celo en la Biblia se
usa como uno de las características de Dios mismo. “No te inclinarás á ellas ni les servirás:
porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso.”
Deuteronomio 4:9. “Pues que os
celo con celo de Dios; porque os he desposado á un marido, para presentaros
como una virgen pura á Cristo.” 2 Cor. 11:2
Pero
en nuestro capítulo, los gobernadores enviaban a Daniel. “Pero el mismo Daniel era superior á estos
gobernadores y presidentes, porque había en él más abundancia de espíritu: y el
rey pensaba de ponerlo sobre todo el reino.
Entonces los presidentes y gobernadores buscaban ocasiones contra Daniel
por parte del reino.” Esta es una
situación bien difícil. Uno hace bien, y
la consecuencia es algo mala. ¿Qué se
puede hacer? Daniel nos enseña un
ejemplo muy bueno; seguía en obediencia a Dios y al rey, sin hacer quejas de los otros que le tenían
envidia. Estoy seguro que Daniel se daba
cuenta de lo que pasaba. Hubiera podido
hacer trampas para ellos que le pensaban mal, pero no lo hizo. En otras palabras, cumplió lo que Cristo nos
enseña en el nuevo testamento. “No
paguéis á nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los
hombres. Si se puede hacer, cuanto está
en vosotros, tened paz con todos los hombres.”
Romanos 12: 17, 18
“Entonces
dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna, si
no la hallamos contra él en la ley de su Dios.”
¡O, amigos, como me pega la conciencia, pensando de Daniel y su
comportamiento! Aun sus enemigos tenían
que confesar que no iban a encontrar falta en el, menos algo que podían
inventar sobre su obediencia a su Dios.
Cuantas veces somos nosotros algo muy contrario, como dice en Romanos
2:24 “Porque el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los
Gentiles, como está escrito.” ¡Que
triste es cuando el mundo encuentre algo que decir contra nosotros porque hemos
pecado en tal manera que aun el mundo puede decir “un cristiano no debe hacer
tal cosa”! Pero no fue así con Daniel,
fiel en todo porque honraba a Dios en su vida.
¡Que nosotros tengamos semejante testimonio!
La
trampa que hicieron los gobernadores era bien astuta. Ellos calculaban que el rey en su orgullo iba
a concordar con su plan de atrapar a Daniel en una desobediencia. “Todos los presidentes del reino,
magistrados, gobernadores, grandes y capitanes, han acordado por consejo
promulgar un real edicto, y confirmarlo, que cualquiera que demandare petición
de cualquier dios ú hombre en el espacio de treinta días, sino de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.” No era cierto lo que dijeron, pues por lo
menos hubo uno de los presidentes, el mismo Daniel, que no acordó con su
consejo. Pero el rey, sin considerar muy
bien las consecuencias de sus acciones, firmó el edicto real. Y así es en el mundo, mientras que el Rey de
Reyes es rechazado, los gobernantes en este época hacen sus leyes fundados
sobre intereses propias, que muchas veces resultan dañinas a la población.
Dios
mediante la semana que viene veremos los resultados en la vida de Daniel.
Su
hermano solo por gracia, Felipe Fournier