Pedro confiesa el Señor otra vez
Léase por favor Mateo 16:1-23
Queridos jóvenes y amigos,
La semana pasada vimos como Pedro confesó el Señor cuando muchos de sus
discípulos se fueron para no volver a seguirle.
En nuestro capitulo de esta semana, notamos otra confesión que hizo
Pedro, aun más fuerte que la confesión de antes. Pero hay algunas cosas generales que me gustaría
notar también, acerca de los discípulos.
Vemos que los discípulos habían salido sin llevar pan, y por eso estaban
preocupados. Interesante, ¿no?, que habían
visto al Señor Jesús proveer comida para miles personas, y de todos modos se
enfocaron tanto en su error de haber olvidado pan. Alguien lo ha dicho así “La memoria no es la
fe.” No es suficiente recordar como el
Señor ha proveído por nosotros antes.
Necesitamos fe por cada paso de nuestra vida. Se nota que los discípulos, incluso Pedro,
por su preocupación sobre la falta de comida, mal entendieron lo que el Señor
les querría explicar. “Mirad, y guardaos
de la levadura de los Fariseos y de los Saduceos” dijo Jesús, y ellos pensaron
que, a lo mejor les estaba hablando porque habían olvidado pan. Pero no, no era así, y se confundieron
totalmente la palabra del Señor.
Yo he notado esta tendencia, que a veces interpretamos las escrituras según
nuestras circunstancias de ahora. Pero
como los discípulos, puede ser que estamos distraídos por alguna preocupación,
y por eso no escuchamos bien la voz del buen pastor. Pero el Señor con paciencia les explica dos
cosas; primeramente, no era necesario que ellos se preocupasen del pan que habían
olvidado; y segundo, de eso no hablaba el Señor, sino de la doctrina de los
Fariseos y Saduceos.
Después el Señor hizo esta pregunta tan importante “¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?”
Jesús había mostrado plenamente su poder y quien era el. Pero los hombres quedaron en tinieblas, no
por falta de luz, sino por no querer aceptar que aquel hombre humilde y pobre
era el Mesías. Entonces Jesús les hizo a
los discípulos la pregunta “vosotros, ¿quién decís que soy?” ¡Que bueno la confesión que hizo el hombre de
nuestro tema, el mismo Pedro!
“Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.” Siempre pronto para hablar
era Pedro, y en esta ocasión su hablar era exactamente correcto. El Señor le dio la bendición por su confesión
“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni
sangre, mas mi Padre que está en los cielos.”
Querido lector, ¿puede usted confesar a Cristo como Pedro? ¿O es este hombre nadie menos una persona
histórica que no tiene nada que ver en su vida?
Para Pedro era una viva verdad que confesó a su Señor de esta forma. Y el Señor le dio un trabajo, el trabajo de
abrir la puerta del evangelio (el reino del cielo). Pedro cumplió esto en Hechos 2 cuando predicó
a los Judíos y en Hechos 10 cuando predicó a los
Gentiles. Claro que no fueron dados a
Pedro las llaves del cielo, algo que se oye en el mundo comúnmente.
Pero
algo más dijo el Señor, algo muy mal entendido por algunos. “Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella.” No debemos
pensar que el Señor Jesús iba a edificar su iglesia sobre una piedrita como
Pedro (cuyo nombre quiere decir “piedra”).
Era la verdad de la confesión de Pedro que era la roca “tu eres el
Cristo, el Hijo de Dios viviente” que iba a ser la base de la iglesia que el
Señor iba a construir. ¡Que pobre
hubiera sido algo construido sobre un hombre tan caprichoso como Pedro! Era un hombre sincero y devoto al Señor, pero
Dios mediante veremos la semana que viene que muy pronto Pedro mostró que el
mismo no era materia para la construcción de algo tan permanente que la
iglesia. “Las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella.” ¡Damos
gracias al Señor que Pedro no era la
roca sobre la cual Cristo edificó su iglesia!
Vemos en la primera epístola de Pedro como el mismo rehusaría tal
interpretación “Jesucristo…He aquí,
pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que
creyere en el, no será confundido.” 1
Pedro 2:5-6
Su
hermano solo por gracia, Felipe Fournier