Pedro confesando el Señor
Léase por favor Juan 6:35-71
Queridos jóvenes y amigos,
“Y respondióle Simón Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes
palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios viviente.”
¡Que
buen ejemplo tenemos de nuestro tema, Simón Pedro, en este capitulo 6 de
Juan! Podemos saber por leer Mateo 14 y
Juan 6 juntos, que lo que pasa en nuestro capitulo era el día después que Pedro
caminaba sobre el agua para ir a Jesús.
Creo que vemos como creció su fe por resultado de su ejercicio la noche
anterior. La confesión de confianza en
el Señor que hizo Pedro aquí no era porque entendió mejor que los demás las
palabras del Señor Jesús. Más bien, era
porque sabia quien era Jesús, y eso le dio confianza de seguir en la senda sin
que entendiera. Les sugiero, queridos
jóvenes, que así es en nuestras vidas.
Claro que muchas veces pasan cosas que no entendemos, ni sabemos porque
el Señor permite tales cosas en nuestras vidas.
Pero podemos continuar sabiendo a quien estamos siguiendo; El que nos
amó y se entregó a si mismo por nosotros.
¿Qué
eran las cosas difíciles de entender?
Vemos que eran tan difíciles que muchos de sus discípulos se
fueron. Pienso yo que este grupo que
abandonaron el Señor eran los mismos de los cuales leemos en Lucas 10:17 “Y
volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos
sujetan en tu nombre.” Habían hecho
milagros, echando fuera demonios, pero en nuestro capitulo “Y muchos de sus
discípulos oyéndolo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oír?”
¡Que triste!, ¿no? ¿Pero no ha sido así en nuestras vidas a
veces? Quizás viene un hermano de
visita, predica la palabra con poder, quizás sale con los jóvenes a repartir
folletos, y uno se siente mucho el poder del Espíritu Santo obrando en
corazones y se siente muy animado. Pero
pasa un poco de tiempo, y antiguos problemas surgen, y volvemos a desanimar,
olvidando las misericordias del pasado.
No somos tan diferentes que estos setenta discípulos, pero que seamos
mas como Pedro, quien confió en el Señor a pesar del desanimo de otros que
abandonaron la senda.
Notemos
brevemente que eran las cosas difíciles de entender. Primeramente este dicho, verso 53 “Y Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del
hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros.” Sabemos que algunos han confundido este dicho
con la memoria del Señor en su muerte, el partimiento de pan. Pero seguro no tiene nada que ver. El partimiento de pan es culto de adoración,
y no tiene nada que ver con nuestra salvación.
Este versículo se explica en verso 35, que es la clave de todo el
capitulo; “Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca
tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” El “comer de su carne” significa venir a
Jesús como Salvador, y “beber de su sangre” significa creer en el Señor como
Salvador. Este hambre y sed de que se
habla en nuestro capitulo se usa una y otra vez en los evangelios para
describir la condición del hombre en sus pecados. ¿Se acuerda de las palabras del Señor a la
mujer Samaritana en Juan 4? “Cualquiera
que bebiere de esta agua, volverá á tener sed;
Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed:
mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida
eterna.”
El
himno 742 en nuestro himnario nos dice “Jesús satisface de mi alma el
clamor.” Es un ánimo al predicador o
alguien repartiendo folletos que esta hambre y sed esta en todo hombre. El mundo inconverso (y demasiado a menudo, el
creyente) trata de satisfacer esta hambre con los placeres de este mundo. Esto no debe de ser de sorpresa en el mundo
que no tiene otra cosa, pero es triste cuando nosotros, enfriados en nuestras
almas, busquemos satisfacernos en el mundo.
En esto Pedro nos es muy buen ejemplo en este capitulo. “Señor, ¿a quien iremos?” Era pregunta cuya respuesta era tan obvia que
Pedro contesta su propia pregunta “tú tienes palabras de vida eterna.” ¡O cantádmelas otra vez, bellas palabras de
vida! Hallo en ella consuelo y paz,
¡bellas palabras de vida!
Solo
quiero añadir que en este capitulo se encuentra un grupo de personas que
buscaron al Señor solo por los beneficios de su presencia. Hemos mencionado antes que esta tendencia se
ve hoy en día entre algunos que predican que todo aquel que cree en el Señor
tendrá buena salud y prosperidad. Pero
fueron condenados por el Señor “me buscáis, no porque habéis visto las señales,
sino porque comisteis el pan y os hartasteis.”
Su
hermano solo por gracia, Felipe Fournier