Los compañeros de Daniel pasando prueba

 

Léase por favor Daniel 3

 

Queridos jóvenes y amigos,

 

Estoy aquí en el campo con mi nieta, hija, y yerno en la asamblea de Aberdeen, Idaho, disfrutando un tiempo feliz y conociendo algo la vida del campo, que realmente desconozco, siendo criado yo siempre en la cuidad.  Incluyo algunas fotos adjuntos para su conocimiento.

 

En este capítulo 3 de Daniel, notamos que Daniel esta ausente; no creo que sabemos donde se había ido, pero si se nota que los tres compañeros de Daniel tuvieron que pasar por una prueba muy fuerte, sin su guía espiritual.  Y creo que así va a suceder en la vida de cada uno de nosotros.  Es posible (y ojala que así sea) que tengamos alguien, o quizás varios hermanos o hermanas en Cristo que nos han servido como un ejemplo en la vida cristiana y a quienes nosotros vamos cuando tenemos preguntas o temores o inquietudes.  Se nota que Daniel era el líder entre los cautivos fieles a Dios de Israel en Babilonia.  Pero en esta circunstancia, estaba ausente y ellos tenían que buscar todo su apoyo en Dios mismo.  ¡Que bueno que salieron triunfantes, pues Dios es fiel a su promesa, si están o no están los que nos han ayudado en tiempos pasados!

 

Daniel había dicho al rey en el capítulo anterior “Y todo lo que habitan hijos de hombres, bestias del campo, y aves del cielo, él ha entregado en tu mano, y te ha hecho enseñorear sobre todo: tú eres aquella cabeza de oro.”  Parece que el rey solo escuchó una parte de lo que Daniel dijo “tu eres aquella cabeza de oro”, y se hizo una estatua (imagen de el mismo) de oro.  Quiso que todos se arrodillasen a su imagen, cuando oyesen el sonido de muchos instrumentos de música.  Claro que el rey ignoró lo que Daniel dijo “porque el Dios del cielo te ha dado reino.”

 

Quiero notar algo aquí en cuanto la música.  La música en si no era la cosa idolatra, pero así fue usada.  La música es una cosa natural, no es espiritual.  Levanta en nosotros sentimientos y emociones.  Se puede comparar a otras cosas naturales que nos gusta; comiendo comida deliciosa, jugando fútbol, mirando un arco iris, o nadando en la playa.  La escritura nos dice “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos.”  1 Timoteo 6:17.  Así que, Dios en su misericordia nos ha dado cosas naturales de que podemos gozar incluyendo la música.  Pero no debemos equivocarnos, pensando que la música es una cosa espiritual, porque nos toca las emociones.  Notamos que la miel era prohibido en los sacrificios que Israel hacia; “Ningún presente que ofreciereis á Jehová, será con levadura: porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda á Jehová.” Lev. 2:11  Nos da a entender que la música no tiene lugar en nuestra adoración al Señor Jesucristo, aunque se nota que entre las denominaciones se usa mucho.  No digo que es idolatría, simplemente es añadir una cosa natural donde no debe estar.

 

Los compañeros de Daniel, aquí conocidos por sus nombres que les fueron dados por Nabucodonosor, Sadrach, Mesach, y Abed-nego, no iban a obedecer al rey en su mandato de adorar una imagen, a pesar de la consecuencia de una muerte terrible para los desobedientes.  A rara vez es así, que debemos desobedecer a una autoridad puesto por Dios, pero en esta circunstancia, era notable que la autoridad de Dios sobrepasaba la autoridad del rey.  Ustedes en sur América donde la iglesia Católica tiene tanta influencia, conocen bien la idolatría que hacen, siguiendo a sus imágenes de virgen o de santos, y quizás han sido puestos a prueba en semejante manera como estos jóvenes, aunque las consecuencias no han sido tan tremendas.  ¡Que Dios le de la misma decisión de alma como tenia estos compañeros de Daniel!

 

Dios mediante, la semana que viene, vamos a considerar las palabras tan bonitas y decididas de los jóvenes en su testimonio delante del rey mas poderoso en todo el mundo “He aquí nuestro Dios á quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que tu dios no adoraremos, ni tampoco honraremos la estatua que has levantado.”

 

Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier