Dispensaciones,
termina la dispensación de inocencia
Queridos
jóvenes y amigos,
Hace
tres semanas hablamos de la primera dispensación, cuando Dios probó al hombre
bajo inocencia. El hombre, tentado por Satanás,
desobedeció la única regla que Dios le había dado; de no comer de la fruta del árbol
de conocimiento de bien y mal. El triste
resultado de este pecado era la perdida de comunión entre el hombre y
Dios. Dios dijo a Adán “?Donde
estas tu?” Para mi este era expresión de
profunda tristeza de parte de Dios de que el pecado había entrado, arruinando
la feliz comunión que Dios quiso tener con su criatura. Hasta hoy en día el pecado hace lo
mismo. Pero, por medio del sacrificio de
Jesucristo en la cruz, quitando nuestros pecados por medio de su sangre,
nosotros como creyentes en Cristo, otra vez podemos tener comunión con Dios.
Dios
había dicho “porque el día que de él comieres, morirás.” Pero, Dios proveo un substituto para el
hombre y la mujer y los vistió con pieles.
Tardó la sentencia de muerte varios años pero no para siempre. El hombre se había tratado cubrir con hojas,
que quizás nos pueden hablar de las buenas obras. Pero no se sentían bien en la presencia de
Dios por las hojas, y así que toda obra del hombre para justificarse en ojos de
Dios es inútil. Dios requiere la muerte
de un substituto y tenemos el ejemplo aquí tan temprano en la historia del
hombre. Murió el animal para rendir su piel para cubrir a Adán y Eva, y así Dios
pudo ser propicio con ellos. Nosotros,
creyentes en Cristo, somos redimidos con mejor sacrificio, tanto que es posible
que nunca vayamos a morir. Si viene el Señor
Jesús antes de que muramos, seremos arrebatados sin morir, como fue Henoch en el capitulo cinco de este mismo Génesis.
Vemos también
la misericordia de Dios, con su promesa, dicho a la serpiente “Y enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” ¡Que maravilla que tan temprano en la
historia del hombre, en la primera dispensación, Dios haría tal promesa! La simiente de la mujer era el Señor
Jesucristo, el único nacido de virgen (nosotros, sin excepción, somos simiente
del hombre). Fue herido en el calcañar por Satanás en la cruz. Pero en este mismo ocasión, Satanás fue
herido en la cabeza, para nunca mas recuperar sus
fuerzas. Hebreos 2:14 “Así que, por
cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo
mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es á
saber, al diablo.”
Así terminó
la dispensación de inocencia. El hombre
y la mujer fueron echados del jardín, habiendo perdido su inocencia y su
comunión con Dios. En realidad, la
prueba del hombre había terminado para Dios.
Las dispensaciones que siguen son la prueba al hombre que es totalmente
sin esperanza, sin rescate, si Dios no le provee la salvación.
Su
hermano en Cristo, Felipe Fournier