David y su arrepentimiento
Léase por favor 2 Samuel 12, Salmo 32, Salmo 51
Queridos jóvenes y amigos,
La semana pasada leemos la triste historia de David, apartando del camino
de obediencia por la tentación de una mujer bella, y llegó a extremos horribles. Parece que al principio, pensaba que todo
quedaba en secreto, pero no se había dado cuenta de que de Jehová no iba a
esconder nada. El profeta Nathán le vino
con una historia conmovedora de un malo cometido por un hombre rico y egoísta,
y David se enojó grandemente por la injusticia.
Pero Nathán pronuncio las palabras “Tú eres aquel hombre.” Después un pronuncio de todo el juicio que
iba a caer sobre su casa por causa de su pecado. Leemos después de David “Pequé contra
Jehová.”
Quizás
pensaremos que solo estas palabras dijo David.
Pero si leemos Salmo 32, nos dice mucho más del ejercicio de corazón de
David. “Mientras callé, envejeciéronse mis huesos en
mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; volvióse mi verdor en sequedades de estío.” Aunque parecía de afuera que todo iba bien,
en su corazón su conciencia le pegaba fuerte y el supo que era la mano de
Jehová que estaba sobre el. Pero después
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Confesaré, dije, contra mí
mis rebeliones á Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” Después (aunque en el capitulo los versículos
vienen antes) David pudo decir “Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son
perdonadas, y borrados sus pecados. Bienaventurado el hombre á quien no imputa
Jehová la iniquidad.”
David
es para nosotros ejemplo de un creyente verdadero que ha extraviado del camino
de fe a una senda de desobediencia. El
Salmo 51 desarrolla algo mas de su sentimientos de corazón; la profundidad de
ejercicio que pasó su alma. “Porque yo
reconozco mis rebeliones; Y mi pecado está siempre delante de mí. A ti, á ti
solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos: Porque seas reconocido
justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.” David justificó a Jehová y condenó a si
mismo. Siempre es nuestra tendencia
echar la culpa a otros. ¿Se acuerda de
los primeros hombres, Adán y Eva, como cada cual echó la culpa, o en Satanás o
en la esposa? Pero eso no es la manera y
camino de restauración del alma. Es necesario
que tomemos responsabilidad por nuestras rebeliones. David dijo “Lávame más y más de mi maldad, Y
límpiame de mi pecado.” David no podía
saber que era la sangre de Jesucristo que fuera necesario para lavar los
pecados. No pudo saber que Dios iba a
tener que enviar su propio amado hijo para derramar su sangre en la cruz. Pero nosotros, ¡gloria sea a El!, si sabemos.
Vemos
el resultado en David. El dijo en Salmo
51:12 “Vuélveme el gozo de tu salud; Y el espíritu libre me sustente.” Y después, en Salmo 32: 11 “Alegraos en
Jehová, y gozaos, justos: Y cantad todos vosotros los rectos de corazón.” ¿Cómo es con usted, querido lector? ¿Puede decir que usted conoce el gozo de su
salud (salvación)? A veces nosotros
desviamos sin darnos cuenta, no necesariamente por un pecado grave como David,
sino por flojera de corazón, el mundo poco a poco nos distrae de nuestro
objeto, el mismo Señor Jesucristo. Pero
igual se pierde el gozo de nuestra salvación.
Así
que, amados, vemos que hay camino de restauración por cualquier creyente,
aunque ha extraviado lejos, si hay un espíritu de arrepentimiento. “Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios.” Claro que había que cosechar en la vida de David,
por medio de su familia, la fruta de lo que había sembrado. Esto es el gobierno de Dios, que siempre
estamos bajo su mano fuerte, pero siempre con amor, con fin de conformarnos más
y más a la semejanza de su hijo. ¡O
Señor Jesús, guarda nuestros corazones de alejarse de ti!
Con
mucho amor en Cristo, su hermano solo por gracia, Felipe Fournier