La predicación de Pedro a los judíos
Léase por favor Hechos 3:12-26
Queridos jóvenes y amigos,
La semana pasada consideramos como Pedro y Juan fueron a orar juntos y
tuvieron la oportunidad de curar a un pobre mendigo que nunca había
caminado. Queremos ahora meditar un poco
sobre la predicación interesante de Pedro al pueblo que vinieron a ver, todos
maravillados por el milagro tan obvio.
Comentamos
como el mendigo glorificó a Dios y no a Pedro y Juan. Vemos también que Pedro en su predicación rechazó
cualquier gloria. “Varones Israelitas,
¿por qué os maravilláis de esto? ó ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como
si con nuestra virtud ó piedad hubiésemos hecho andar á éste?” Era una marca de la gracia de Dios obrando en
el corazón de Pedro que no quiso recibir la alabanza por esta obra. Y de una vez habla de Jesús; “El Dios de
Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado á su
Hijo Jesús, al cual vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato,
juzgando él que había de ser suelto.”
¿Cómo pudo Pedro acusar a los judíos de haber negado a Cristo, cuando el
mismo había hecho tal cosa? Yo creo que
podemos decir que la gracia obró en el una conciencia perfecta. Habiendo sido perdonado y restaurado de
Cristo, no tenia que llevar en si una culpabilidad.
Vemos
también que Pedro pudo decirles “Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo
habéis hecho, como también vuestros príncipes.”
El Señor Jesucristo, muriendo en la cruz, pudo decir “Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen” y así Pedro también con el mismo espíritu de su
maestro, pudo acreditar su pecado como uno de ignorancia. Nos ayuda ver que Esteban en el capítulo 7 de
este libro dijo algo un poco diferente; “Señor, no les imputes este
pecado.” Ya no se podía decir que eran
ignorantes.
Es
importante esta diferencia porque nos ayuda bastante entender el carácter
singular de estos primeros capítulos de los Hechos, hasta el capítulo 7. Nos deja entender las palabras de Pedro en
nuestro capítulo, palabras que a menudo han sido mal interpretados por los carismáticos. “Así que, arrepentíos y convertíos, para que
sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de
la presencia del Señor, y enviará á Jesucristo, que os fué antes anunciado: Al
cual de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la
restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos profetas
que han sido desde el siglo.” Aquí
tenemos los tiempos de refrigerio y tiempos de la restauración de todas las
cosas. Estos tiempos todavía no han
venido, porque los judíos no obedecieron la voz de Pedro aquí “arrepentíos y
convertíos.” Claro que muchos si
obedecieron, pero los lideres y la mayoría del pueblo no. Pedro les estaba diciendo que Jesucristo
volvería, si solo ellos estuviesen listos para confesar su terrible
culpabilidad de haber crucificado al “Santo y Justo” y el “Autor de la vida”.
Sabemos
que los profetas hablaron de un día de bendición para la nación de Israel,
promesas que Jehová hizo a Abraham.
Estas promesas tienen que ser cumplidas, y hubieran sido cumplidas en
aquel entonces, según su arrepentimiento como nación. Careciendo de esto, Dios iba a perder la
paciencia cuando mataron a Esteban en el capítulo 7, y las buenas nuevas de la
salvación iban a salir a los gentiles.
Menciono
los carismáticos porque ellos piensan que hoy en día son los tiempos de
refrigerio, y enseñan que por eso debemos ver milagros y hablar en
lenguas. Pero es una mala interpretación
de las escrituras y no concuerda con lo que vemos mas tarde en los Hechos. Que el Señor nos ayude a “trazar bien la
palabra de verdad.”
Una
cosita más: ¿No son maravillosas estas ultimas palabra de Pedro “A vosotros
primeramente, Dios, habiendo levantado á su Hijo, le envió para que os
bendijese”? Hay que siempre tener en
cuenta cuando uno anuncia el evangelio que Dios quiere bendecir al hombre. Satanás, como hizo a Eva en el jardín de
Edén, siempre quiere convencer al hombre que Dios quiere impedir que el hombre
sea feliz, pero es una mentira. Dios envió
su hijo para bendecir, no solo a los judíos, sino a todo hombre que lo
recibe. Ojala que usted, querido lector,
este entre los que han recibido tal bendición.
Su
hermano solo por gracia, Felipe Fournier