Daniel, un joven honrando a Dios
Léase por favor Daniel 1
Queridos jóvenes y amigos,
Disculpe la demora de estudios pero he estado viajando en Sur América
visitando los hermanos. Ya terminamos el
estudio de Pedro y sus letras y pienso que vale la pena meditar brevemente
sobre un joven que honró a Dios en el antiguo Testamento, eso es, Daniel. No soy capaz de escribir sobre la parte profética
de su libro de Daniel, pero por lo menos podemos meditar algo sobre su vida y
de sus amigos.
Leemos estos versículos solemnes en 2 Reyes 20, cuando el profeta Isaías
amonestó al rey Ezechîas “He aquí vienen días, en que
todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy,
será llevado á Babilonia, sin quedar nada, dijo Jehová. Y de tus hijos que saldrán de ti, que habrás
engendrado, tomarán; y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.” Esta profecía se llevó a cabo exactamente
como Isaías había profetizado y aquí tenemos “del linaje real de los príncipes”
que fueron hechos eunucos para el rey de Babilonia. Por la idolatría y desobediencia fueron
cautivos los hijos de Israel, y Daniel y sus tres compañeros tuvieron que
participar en el juicio. Pero vemos lo
que dijo el profeta Jeremías del porque tuvieron que ser cautivos, “Así ha
dicho Jehová Dios de Israel: Como á estos buenos higos, así conoceré la transportación
de Judá al cual eché de este lugar á tierra de Caldeos, para bien.” Jeremías 24:5
¿No es lindo notar las ultimas palabras del versículo?” Para bien fueron llevados cautivos, y parece
que Daniel estaba muy conciente de que era el mal estado del pueblo de Judá que
trajo la disciplina de Jehová sobre ellos.
Se nota el verso 1 y 2 “vino Nabucodonosor rey de Babilonia á Jerusalén,
y cercóla. Y
el Señor entregó en sus manos á Joacim rey de Judá.” La mano del Señor mismo estaba sobre ellos
por medio de su desobediencia, pero lo bonito en este libro es esto, que Daniel
no rebeló bajo el gobierno de Dios. Aceptó
su situación tan humillante de haber sido hecho eunuco, perdiendo para siempre
la posibilidad que el continuara la línea real.
A pesar de toda la humillación, Daniel buscó como agradar a Dios bajo
circunstancias muy difíciles.
¿Qué tal de usted, querido lector?
Es muy posible hasta probable que usted esta viviendo en tiempos
difíciles bajo circunstancias difíciles.
La pregunta entonces para usted es este, ¿tiene usted un deseo de honrar
a Dios bajo circunstancias difíciles? “Y
Daniel propuso en su corazón de no contaminarse en la ración de la comida del
rey, ni en el vino de su beber: pidió por tanto al príncipe de los eunucos de
no contaminarse.” ¿Qué tenia de malo
comer de la comida del rey? Quizás era
comida de animales inmundas, o quizás era comida y bebida que habían sido
sacrificados a ídolos. No estoy seguro,
pero sea lo que sea, era comida que Daniel no podía comer con buena conciencia
y “pidió por tanto… de no contaminarse.”
Quizás hubiera podido pensar de un montón de excusas porque era
aceptable comer. “Todos los demás lo
están haciendo.” “Es un tiempo
excepcional, los mandamientos de Dios ya no se aplican.” “Estoy bajo el poder de un rey poderoso,
tengo que hacer lo que me mandan.” Todo
eso pudiera haber sido cierto, pero Daniel propuso en su corazón. Ojala que nosotros, queridos jóvenes, tengamos
el mismo fervor de honrar al Señor Jesús, quien hizo tanto por nosotros, no por
obligación, sino por amor a el.
Quiero notar dos cosas: Primero, que Daniel “pidió” y no insistió. Pienso que la manera en que el habló al
príncipe de los eunucos tenia mucho que ver con la buena recepción que
tuvo. Hay una buena lección aquí. Segundo, quiero notar los versículos en
Isaías 56, “Y el hijo del extranjero, allegado á Jehová, no hable diciendo: Apartaráme totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el
eunuco: He aquí yo soy árbol seco. Porque
así dijo Jehová á los eunucos que guardaren mis sábados, y escogieren lo que yo
quiero, y abrazaren mi pacto: Yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis
muros, y nombre mejor que el de hijos é hijas; nombre perpetuo les daré que
nunca perecerá.” Creo que Daniel conoció
y confió en estos versículos en la profecía de Isaías y tomó consuelo y
animo. Y ustedes, jóvenes, que anhelan
tener un esposo o una esposa, no se desesperen.
Entiendo en algo su tristeza y deseos, pero vale la pena ser fiel al
Señor, cuesta lo que cuesta. Daniel
nunca tuvo esposa ni pudo tener hijos, pero vivía una vida llena de felicidad y
contentamiento. Puede pasar lo mismo con
usted, querido lector, si como Daniel propones en su corazón agradar a Dios.
Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier