Pedro niega
al Señor
Léase por
favor Marcos 14:50-72, Juan 18:15-18, 25-27
Queridos
jóvenes y amigos,
Meditamos
la semana pasada sobre nuestro tema Pedro, durmiendo y pelando, cuando el Señor
le había dicho “Velad y orad.” No es sorpresa ahora ver que Pedro no tuvo el
ánimo para seguir al Señor a la escena de muerte en una manera abierta. Es interesante notar que en este momento de
angustia, cuando vinieron los soldados y la pandia de
los líderes judíos a prender a Jesús, “Entonces dejándole todos sus discípulos,
huyeron.” La debilidad del corazón
humano se ve aquí. Vemos que aun el discípulo
más fiel, Juan que reposaba sobre el seno de Jesús, también huyó. Así que el Salmo 69 nos dice “Y esperé quien
se compadeciese de mí, y no lo hubo: Y consoladores, y ninguno hallé.” Seguro el Señor Jesús profundamente sintió la
pérdida de la compañía de sus amados discípulos.
Pero vemos
que dos de los discípulos se animaron para volver, uno siendo nuestro amigo
Pedro. “Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y
estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.” El otro era Juan, como vemos en su evangelio
“Y seguía á Jesús Simón
Pedro, y otro discípulo.” Juan había
huido con los demás, pero ya llegado el momento, ha perdido su temor, o por lo
menos se atreve mostrarse como uno que apoyaba al Señor Jesús. ¿Pero que tal de Pedro? Se encuentra
a Pedro calentándose al fuego con los demás, enemigos del Señor, o por
lo menos indiferentes.
Voy a desviar un
momentito para considerar esta escena y decir algunas palabras sobre algo que
me preocupa, precipitado por las preguntas de varios jóvenes recién. Las preguntas han tenido que ver con la
celebración de cumpleaños, año nuevo, aniversario de país, y día de la madre. Aparentemente algunos han enseñado que hacer
esto es idolatría. No estoy de acuerdo
ni se de donde viene tal pensamiento.
Pero vemos por un momento la situación de Pedro y hagamos la pregunta a
nosotros mismos ¿queremos calentarnos en el fuego del mundo? ¿Con quienes estamos haciendo celebración de
estos eventos? Puede ser que nuestro
trabajo nos obliga hacer cierta clase de relaciones con personas que no aman a
Cristo. Pero Pedro no era obligado estar
en este sitio. El se puso allí, y allí
no se encontró a Juan. Las preguntas que
hicieron a Pedro “¿No eres tú también de los discípulos de este hombre?” no las
hicieron con Juan. ¿Por qué? Porque era obvio que era discípulo Juan. Abiertamente se había identificado con
Cristo.
Yo sugiero que,
si vamos a celebrar algo, que sea con los que aman a Cristo, o con el fin de
mostrar el amor de Cristo a otros. Si
nuestro corazón sea así, va a controlar nuestra conducta, tal como vemos con
Juan. Si tenemos que ir disfrazados como
mundanos que no conocen a Cristo, no debemos sorprendernos si caigamos en
tentación como cayó Pedro. Si tenemos el
corazón tal como Juan, veremos que el deseo de estar con el mundo en sus
esfuerzos para entretenerse desaparecerá.
No iremos, no porque algún hermano lo ha prohibido que vayamos, sino
porque no queremos tomar nuestro calor y sea, animo, del mundo que rechazó al
Señor Jesús.
La semana que
viene quizás podemos meditar algo más sobre el tema de Pedro y su caída.
Su hermano solo
por gracia, Felipe Fournier