David, siguiendo sus enemigos
Léase por favor 1 Samuel 30:9-31
Queridos jóvenes y amigos,
Queremos notar
brevemente algo de las circunstancias en que David seguía a los Amalecitas que
habían llevado cautivos a su familia. Hay
algo interesante acerca del joven de Egipto que encontraron desmayado y
enfermo. Primero, se nota la manera en
que el mozo contestó la pregunta de David “Y díjole
David: ¿De quién eres tú? ¿y de dónde eres? Y
respondió el mozo Egipcio: Yo soy siervo de un Amalecita.” Me gusta ver el contraste que vemos en 2
Reyes 5:4 “Y entrando Naamán á su señor, declaróselo, diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que
es de la tierra de Israel.”
Querido lector, ¿cuál de las dos descripciones tocan a usted? ¿Se conoce a usted como “Egipcio, siervo de
Amalecita”, o como “de la tierra de Israel?”
Hablo por supuesto en forma de parábola refiriendo a la identificación
que nosotros o tenemos con Cristo, o tenemos con el mundo, o tenemos
simplemente con la religión. Nuestros
amigos y semejantes en el trabajo, ¿cómo nos conocen? Si vivimos como la jovencita muchacha,
esclava en verdad de Naaman, pero de suma fidelidad a
Jehová Dios de Israel, seremos conocidos como “Cristianos.” He contado antes la historia de un joven,
Cristiano, que se fue reclutado al ejército por algunos años. Cuando regresó, se le hizo la pregunta ¿No
fue muy difícil vivir entre los hombres impíos?
Desgraciadamente, el joven contestó así “No, no fue ningún problema. Nadie se dio cuenta de que yo era
creyente.” ¡Que triste, que perdida de
testimonio! Quizás había evitado toda
forma de persecución, pero, ¿pasó estos años sin leer la Biblia o doblar sus
rodillas ni una vez cuando sus compañeros del ejercito le estaban observando? ¿Sufrió sus bromas sucias y maldiciones sin ni
una palabra para el honor de Cristo? Ojala
que nosotros podemos decir con Pablo “Porque no me avergüenzo del evangelio:
porque es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree.” Romanos 1:16
Vemos la
condición de este mozo Egipcio. Sus
palabras eran “y dejóme mi amo hoy hace tres días,
porque estaba enfermo.” Y así es el
mundo. Cuando somos útiles al mundo, el
mundo sacaría todo el provecho que se puede.
Pero si somos enfermos, debilitados, o necesitados, llegaremos a saber
que el mundo no nos ama de verdad. El
mundo inconverso es egoísta. Busca nada más
que su propio beneficio. En cambio vemos
la actitud de Onesíforo, hermano y amigo de Pablo. “Dé el Señor
misericordia á la casa de Onesíforo; que muchas veces
me refrigeró, y no se avergonzó de mi cadena: Antes, estando él en Roma, me
buscó solícitamente, y me halló.” 2
Timoteo 1:16 ¡Ojala que sea cierto de
todos nosotros creyentes! El amor
Cristiano, visto en 1 Corintios 13, no busca lo suyo, sino la bendición de
otros, sin referencia egoísta a nosotros mismos.
Una cosa más me
gusta ver aquí, un principio que se mostró en David como fiel gobernador del
pueblo de Dios. Si leyeron el capitulo,
notaron como 200 hombres no tenían la fuerza de seguir adelante en busca de los
Amalecitas. Quedaron con el bagaje y 400
siguieron en pos de David. Al regresar
triunfantes, algunos hombres malos entre los 400 quisieron negar los 200 de los despojos de la victoria, pero David en su sabiduría
no dejó que esta cosa fuera llevado al cabo.
Me parece que David ganó mucho respeto por su fidelidad en este asunto,
que para mi era una demostración de la gracia.
Que sea así entre nosotros creyentes también, no viendo las cosas del
lado de la ley, que siempre ve al hombre como teniendo que trabajar para ganar
algo; la ley da si el hombre sea digno.
En cambio, la gracia da porque es el carácter de Dios mismo.
Traigo saludos
de mis hermanos Venezolanos de las asambleas de Barquisimeto y Juan Griego,
isla de Margarita. Sus luchas son
fuertes pero siguen fiel al Señor quien les sigue animando. Ellos piden nuestras oraciones.
Su hermano por
gracia, Felipe Fournier