Pedro, la Pascua y sus pies lavados
Léase por favor Lucas 22:7-13, Juan 13:1-17
Queridos jóvenes y amigos,
Disculpe otra vez la demora de estudio.
He estado viajando en Venezuela, con fin de asistir la boda de dos
parejas, Carlos y Lisseth Alonso, y Jesús y Angie Rojas de Barquisimeto. Les aviso cuando las fotos están listas en la
página web.
Esta semana queremos considerar varias cosas de nuestro tema Pedro, muy
cerca del fin del ministerio del Señor Jesús en este mundo. Pedro y Juan hicieron una pregunta muy
importante que debemos meditar. “Y envió á Pedro y á Juan, diciendo: Id, aparejadnos la pascua para que comamos. Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que
aparejemos?” Hay un dicho popular que
predicadores muchas veces dicen a nuevos creyentes y es así “Vaya a la iglesia
que usted escoge.” Pero creo que el
actitud de Pedro y Juan era mucho mas correcto “Donde quieres tu…” ¿Es posible que el Señor esta de acuerdo con
la cantidad de profesiones eclesiásticas en este mundo? ¿O que a el no le importa a donde usted va?
¿Y cual era la respuesta para ellos?
“He aquí cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un hombre que
lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa donde entrare.” Para nosotros yo creo que el cántaro de agua
habla de la Biblia, la palabra de Dios, y el hombre que lo lleva nos habla del
Espíritu de Dios. Aun en el día de hoy,
el Espíritu de Dios es capaz de guiarnos al lugar donde dos o tres están
congregados por el mismo Espíritu al nombre del Señor.
De Lucas 22, tenemos que ir a Juan 13 para llenar detalles que no aparecen
en los otros evangelios. Creemos por
medio de leer los cuatro evangelios juntos que Judas, el que entregó a Jesús,
no estaba presente cuando el Señor estableció la cena, sino más bien salio
antes. Judas era inconverso, solo un
profesante falso, y la cena del Señor solo es para los que lo conocen de verdad
y quieren obedecer su gran deseo expresado en sus ultimas horas antes que la
cruz. Pero primero que la cena, el Señor
hizo este servicio tan humilde que lavó los pies de sus discípulos. Vemos otra vez nuestro amigo Pedro hablando
en voz alta, protestando “¿Señor, tú me lavas los pies?” No dudamos las intenciones de Pedro, que eran
así que el Señor no debiese humillarse así.
La falta en Pedro era esto, que no prestó atención a las palabras de
Jesús “Lo que yo hago, tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después.”
Algunos han preguntado “¿Porque celebramos la cena, tal como el Señor Jesús
enseñó, pero no celebramos este servicio de lavarse los pies los unos a los
otros? Yo se que algunos así lo hacen, y
no los condeno, pero sugiero que las palabras del mismo Jesús “Lo que yo hago,
tú no entiendes ahora” nos dicen el porque vemos el lavar los pies de ser un
ejemplo de otra cosa, y no exactamente este hecho. Creo que vemos a Pablo lavando los pies de
Pedro en Gálatas 2, cuando le corregía acerca de su comportamiento con los
gentiles que era equivocado. Pero creo
que muchas veces nuestros hermanos lavan nuestros pies sin darse cuenta de
ello, cuando nos hablan de Cristo, renovando nuestros afectos para el Salvador,
cuando este mundo nos ha ensuciado.
Jesús dijo a Pedro “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.” Creo que “la parte” hablado aquí es parte en
comunión con Cristo aquí en el mundo. No
tiene nada que ver con la salvación, como vemos en lo que sigue, Pedro
ayudándonos otra vez por su hablar demasiado.
Entusiasmado por este dicho, Pedro responde “Señor, no sólo mis pies,
mas aun las manos y la cabeza” al cual el Cristo respondió “El que está lavado,
no necesita sino que lave los pies, mas está todo limpio.” Si somos salvos por Cristo y lavados en su
sangre, no tenemos que lavarnos de vuelta.
Somos todo limpios, listos para la presencia de Dios. Pero si es necesario el lavar los pies si queremos
caminar en comunión con el Señor en este mundo.
Voy a sugerir que es muy importante el leer la palabra de Dios en asamblea,
con la compañía de nuestros hermanos por este mismo principio, y es importante
que asistamos lo más frecuente que sea posible.
Yo se que hay cosas que impiden y la vida en este mundo es cada vez mas
agitada. Pero como los discípulos
caminaban con sandalias y ensuciaban sus pies sin querer, así el mundo nos
ensucia, aunque no queremos. La
propaganda, las palabras feas, el contacto con otras personas en el mundo es
suficiente para contaminar a nuestras mentes tal que no gocemos de comunión con
nuestro Señor como queremos. Es entonces
que el agua de la palabra se aplica en nuestras conciencias en corazones para
limpiarnos y refrescarnos. Es cierto que
se puede hacer en casa, pero sugiero que muchas veces el Señor quiere usar
nuestros hermanos para hacer este servicio.
Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier