Pedro y la higuera maldita
Léase por favor Marcos 11
Queridos jóvenes y amigos,
En este capitulo nos encontramos una semana antes que la crucifixión del
Señor Jesús. Tenemos a Pedro, nuestro tema,
haciendo una observación que realmente era una pregunta, cosa que algunos de
nosotros también hacemos cuando tenemos un poco de miedo para mostrar nuestra
ignorancia.
Creo que es importante para entender este capitulo, reconocer que tenemos
en el capitulo anterior el fin del ministerio de Jesús a la nación de
Israel. Cristo estaba saliendo de la
ciudad de maldición, Jericó, una figura de este mundo bajo la maldición del
pecado. Había un ciego, necesitado, que
buscó ayuda de Jesús “Hijo de David.” La
multitud le dijo que cayese, pues fue ellos que realmente eran los ciegos y
necesitados, pero no lo sabían. Pero
Jesús en gracia contestó la fe del hombre y le dio la vista. En esto vemos la nación de Israel como la
multitud, que no lo reconoció como Hijo de David, Mesías y Rey de Israel. Pero, había gracia para individuos que tenían
fe en el.
En el
principio del capitulo vemos al Señor Jesús cumpliendo la profecía del antiguo
testamento en Zacarías 9:9 “Alégrate mucho, hija de Sión;
da voces de júbilo, hija de Jerusalem: he aquí, tu
rey vendrá á ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así
sobre un pollino hijo de asna.” Es
interesante que se encuentre esta historia en todos los evangelios, Mateo,
Marcos, Lucas, y Juan. Nos dice en Juan
capitulo 10 que “el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.” La puerta era el cumplimiento de las
profecías y ningún otro las cumplió menos el Señor Jesús, la prueba perfecta
que el era Hijo de Dios y Mesías de Israel.
Aquí se nota que había una emoción fuerte “Y los que iban delante y los
que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el
nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!
¡Hosanna en las alturas!” Hasta los
lideres de Israel quedaron impresionados porque dijeron en Juan 12 “¿Veis que
nada aprovecháis? he aquí, el mundo se va tras de él.”
Pero
la triste verdad es esto que el corazón del hombre, sin haber renacido, es
totalmente caprichoso. Una semana
después gritaron “Quita, quita, crucifícale. Díceles Pilato: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los
pontífices: No tenemos rey sino á César.”
No es suficiente que haya mucha emoción; lo que el hombre necesita es
“arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo.” Hechos 20:21
Este
es la escena de la maldición de la higuera, que tiene que ver con la nación de
Israel, y la imposibilidad que el hombre en la carne, por medio de una religión
terrenal, agradaría a Dios. Cristo,
viendo la higuera solo con hojas y nada de fruto dijo “Nunca jamás coma nadie
fruto de ti.” Israel era la higuera, y
las hojas eran la profesión exterior que parecía como algo agradable, pero no
había nada de fruto, nada para Dios.
Pedro se maravilló que la higuera tan pronto “Maestro, mira, la higuera
que maldijiste se ha secado.” Jesús les
explica que hay que pedir con fe, pero si quieren gozar de la promesa de
oraciones contestadas, tiene que ser porque ellos también participasen de la
gracia. “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno.” ¿Puede ser que nosotros no vemos que el Señor
contesta nuestras oraciones porque no perdonamos?
Los fariseos
quedaron maravillados de la autoridad de Jesús, que podía echar fuera del
templo los que vendían y compraban, haciendo un negocio de lo santo, cosa que
no es nada fuera del común en nuestro día, cuando predicadores famosos se hacen
bien ricos.
Ellos quisieron saber con que autoridad Cristo hacia tales cosas. La respuesta era para mí algo que no entendí por
muchos años. Cristo les refirió una
pregunta para contestar su pregunta de ellos: “El bautismo de Juan, ¿era del
cielo, o de los hombres? Respondedme.”
Fue el hermano Guillermo Guerra que me explicó que Juan el Bautista era
la puerta de arrepentimiento por la cual era necesario que ellos entraren para
entender a Jesús. Ellos no quisieron
arrepentir, es decir, reconocer su necesidad como ciegos sin esperanza. Por eso no podían avanzar, y Jesús no iba a
contestar su pregunta que no era sincera, pues ellos rehusaron contestar la
pregunta que hizo el.
Querido lector,
ante Dios una profesión externa de hojas no vale nada. Dios ve al corazón. Si usted quede con nada mas de profesión,
oramos que vea su necesidad de un arrepentimiento verdadero.
Su hermano solo
por gracia, Felipe Fournier