Dispensaciones:
Gracia abundando para Israel
Léase Éxodo
17
Queridos
jóvenes y amigos,
La semana
pasada meditamos sobre Israel en el desierto, murmurando contra Jehová y
Moisés, y Jehová contestando sus quejas en pura gracia. Vemos algo mas esta vez en el capitulo 17 de
Éxodo, donde otra vez, se encontraron sin agua el pueblo de Israel. Moisés se encuentra medio desesperado, pues
dijo a Jehová “¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me
apedrearán.” Maravillamos como Jehová
simplemente proveo por su necesidad, pues en este momento ellos todavía andaban
en terreno de gracia. Jehová le mostró a
Moisés la roca que tuvo que herir y salio abundancia de agua. No tenemos que adivinar que quiere decir este
ejemplo porque tenemos la respuesta claramente revelado en 1 Corintios 10:4 “y
todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual
que los seguía, y la roca era Cristo.”
Cristo, la roca herida: ¡Que bella ilustración de
los sufrimientos de Cristo en la cruz por nosotros! Como muchas veces cantamos en adoración “Su
santa vara Dios blandió, hiriéndote a ti.”
Hemos escrito antes acerca de los sufrimientos de Cristo y la diferencia
entre sus sufrimientos a mano de hombre y después, en las horas de tinieblas, a
la mano de Dios. Y si estamos seguros
que la roca es ilustración de Cristo, estamos tan seguros que el agua es
ejemplo del Espíritu de Dios como también hablamos recién. “El que cree en mí,
como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir
los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque
Jesús no había sido aún glorificado.”
Juan 7:38,39 Así que Jehová proveo por las necesidades de su pueblo
Israel, pero en todo esto estaba mirando adelante a la cruz de Calvario donde
su hijo seria herido por nuestras rebeliones, para que nosotros podamos ser
nuevas criaturas en Cristo, con el Espíritu Santo morando en nuestros
corazones. En nuestros corazones de naturaleza,
somos tan rebeldes e insolentes contra Dios como ellos eran, pero que bueno si
hemos confiado en Cristo como Salvador, hemos recibido el nuevo corazón, y
nuevo espíritu.
Vemos que tan pronto que recibieron el agua, les
atacó un enemigo fuerte e implacable, Amalek. Amalek es tipo de
nuestra carne, el viejo corazón, el viejo Adán.
Algunos enseñan erróneamente que en cierto punto en la vida de un
creyente, esta carne es extinguida y ya no pecamos. Pero esta enseñanza no tiene fundamento en la
escritura, aun aquí por figura en Éxodo y debe de ser muy frustrante al que
trata de creer que sea cierto. En Moisés
en la montana con sus manos levantados vemos la bella
figura de nuestro sumo pontífice, el Señor Jesús. Como leemos en Hebreos 4
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia,
para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Y también como tenemos en 1 Juan 2 “Hijitos
míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Jesús es nuestro Sacerdote para mantenernos
en la senda, ayudándonos en la batalla contra Amalek,
que es nuestra carne, y nuestro Abogado, para restaurarnos si hemos
pecado. “Amalek”
o sea, la carne, nunca nos dejará en paz “Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra
con Amalec de generación en generación.” Pero un día muy pronto estaremos en el cielo,
mas allá que toda batalla contra la carne. ¡Que este día llegue pronto! ¡Ven, Señor
Jesús!
Su hermano por gracia, Felipe Fournier