Hechos 8
Queridos
jóvenes y amigos,
Los Salmos
nos dice “Ciertamente
la ira del hombre te alabará” Salmo 76:10 y creo que aquí en el capitulo 8 de
Hechos vemos esta verdad. Los santos
fueron esparcidos por la gran persecución, la ira del hombre, pero resultó que
el evangelio fue predicado en partes lejanos de Jerusalén, aunque al principio,
solo a los judíos. En nuestro capitulo
leemos de un señor, cuyo nombre yo llevo ahora J, Felipe.
Este Felipe era uno de los siete escogido en capitulo seis, como diacono
pero ahora es evangelista y fiel siervo de Cristo. Siguiendo los pasos del
mismo Jesús (Juan 4), Felipe descendió a
Samaria y les predico a “Cristo”. ¿No es interesante ver que él, en el fin del
capitulo, hablando al eunuco, “le anunció el evangelio de Jesús”? Para nosotros nos debe de ser de mucha
instrucción. Nuestro evangelio tiene que
ver con una persona. No es doctrina
seca, ni algunos moralismos, ni una lista de reglas, sino una persona, y esta
persona es Cristo Jesús. Tengamos
cuidado que cuando anunciamos el evangelio, sea persona a persona como pueden
hacer también las hermanas, o sea en publico como hacen los hermanos, que
nuestro evangelio sea de Cristo Jesús, y no de otra cosa.
Recuerdo
hace muchos años que estaba con hermano Daniel Brimlow y algunos otros y íbamos en bus para la conferencia en Oaxaca, México. Daniel había dado un folleto a un hombre en
el bus, y el hombre empezó de hablar sobre los malos en el mundo, como el
aborto y otras cosas. Cuando Daniel trató
de hablarle de Cristo, el señor no quiso e hizo la pregunta “¿No cree usted que
estas cosas son importantes?”
Igualmente, la señora en Juan 4 quería hablar con Jesús acerca del
desacuerdo entre los judíos y samaritanos acerca de la adoración, en vez de
escuchar lo que tocaba a su conciencia. Así
que el hombre se interesa en muchos sujetos mundanos para conversar y platicar,
pero lo que el hombre necesita para su salvación no es mejoramiento, sino el
cambio completo, renacimiento, conocerle a Cristo Jesús.
Notemos
aquí una cosa triste, que a veces hay personas profesantes que parecen ser de
verdad creyentes, pero no son. Seguro
que el mismo Felipe fue engañado por este Simón, el hombre de artes mágicos que
había engañado a los Samaritanos por sus artes, que sin duda eran inspirados
por Satanás, y no por Dios como pensaban los Samaritanos antes. Vemos que el mismo Simón “creyó” y Felipe le
bautizó, pensando que era verdadero.
Pero se ve que su creencia no era que el mismo era pecador perdido
necesitando a Cristo como salvador, pero más bien que creyó que este poder que
mostró Felipe, curando a los enfermos y echando fuera a demonios, era mas verdadero de su poder.
Pero Pedro pronto se dio cuenta que Simón era profesante falso que
buscaba los beneficios del Cristianismo sin buscar una verdadera
arrepentimiento de sus pecados y la salvación de Cristo. Recuerdo una historia que me dijo mi hermano,
que encontró a un señor cuya tarjeta de negocio llevaba señal del pescado, que
significa normalmente que uno cree en Cristo.
Mi hermano le preguntó si era creyente, y él contestó con sonrisa “Esta señal
me produce buenos resultados en mi negocio” dando a conocerse como profesante
falso. No nos engañemos, amigos. Si hay alguno de mis oyentes en este estudio
que solamente es profesante falso, aunque puedes engañar quizás al mismo
evangelista que te ha predicado el evangelio como Simón engañó a Felipe, no
engañarías a Dios. Tu profesión falso
será revelada algún día, si no aquí, en el otro mundo mas allá del mundo de
hoy.
Dios mediante,
la semana que viene veremos algo mas sobre la predicación de Felipe al eunuco
etiope.
Su
hermano en Cristo, Felipe Fournier