Hechos 2, tercera parte

 

Queridos jóvenes y amigos,

 

Creo que no nos hará nada de daño detenernos un poco mas en este capitulo dos de Hechos, pues tiene mucha instrucción por nosotros mismos.  Notemos una cosa maravillosa acerca de la cantidad de personas que fueron salvos este día.  Eran tres mil, según el verso 41.  ¿Recordamos que pasó el día en que la ley fue llevada a la congregación de Israel?  Según Éxodo 32:28 “Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.”  Aquí en Hechos estamos en la orilla del día de la gracia, y ¡qué gran diferencia entre este día y el día en que fue introducida la ley de Moisés!  ¡Cómo fue redargüida mi conciencia recién cuando hablaba yo con un hermano, cuya familia había sufrido algo horrible a manos de hombres malvados, y el hermano me dijo que pidió al Señor que quitara los malos de su casa y que se salvaren!  Sospecho que yo, pasando lo mismo, más bien hubiera pedido la venganza sobre aquellos hombres malvados.  Pero esto es la gran diferencia entre la ley y la gracia. 

 

Hay algo mas, bien conocido, pero quizás vale la pena volver a verlo en el verso 42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”  Hay algunos que creen que uno puede recibir al Señor como salvador y seguir en la senda cristiana a solas; o sea, dicen “yo puedo leer la Biblia en mi casa, adorar al Señor, y vivir mi vida así agradando al Señor.”  Pero hay que notar que estos mismos judíos, recién salvados, no se hicieron aislados de los demás.  El mismo Señor dijo claramente en Juan 17:23 “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”  ¿Cómo se puede ver nuestra unidad si no nos juntamos con nuestros hermanos sobre el terreno de un solo cuerpo?  No somos solo individuos, salvados por gracia, sino un solo cuerpo en Cristo.

 

No es tan difícil distinguir las cosas que hicieron juntos.  La doctrina de los apóstoles seria el estudio bíblico o el ministerio de la palabra, tan importante por nosotros hoy en día que por ellos en aquel entonces.  Claro que podemos leer a solas y recibir instrucción de la palabra de Dios.  Pero hay algo mas que podemos aprovechar, leyendo y escuchando la palabra donde el Espíritu Santo tiene libertad de aplicar la palabra a nuestras conciencias.  El partimiento de pan, es decir, recordar al Señor en su muerte también es de suma importancia, porque fue algo que nuestro amado Señor nos pidió personalmente en la noche que fue entregado “Haz esto en memoria de mí.”  Las oraciones, o sea la reunión de oración, muy descuidado según lo que he visto en todo sitio, pero muestra nuestra flaqueza no dependernos en Dios si tenemos en poco la importancia de esta reunión.

 

Pero hay una cosa mas en que ellos perseveraban; la comunión unos con otros.  Hay los que se oponen si los jóvenes se reúnen para jugar, para cantar, o para otra cosa que no sea específicamente notado en la escritura.  Pero yo veo muy importante la comunión unos con otros, sea jóvenes o mayores.  El Señor no quiso que nosotros andemos en este mundo aislados de nuestros hermanos.  Por supuesto, no debemos juntarnos para deshonrar al Señor.  Pero tengamos cuidado, hermanos, si vamos a criticar a los jóvenes cuando se reúnen, porque si no se reúnen con los que aman al Señor, muy probable que van a reunir con los que no aman al Señor.  Mi hijo escogió una carrera militar que le obligó reunirse con muchos hombres impíos, y pude ver el triste resultado espiritual en su vida.  Para mí es un gozo ver que ahora él quiere buscar la compañía de los pocos marineros que aman al Señor y quieren compartir de su palabra.  Estamos agradecidos que el ya tiene cita de regresar de Kuwait el 26 de septiembre.

 

Su hermano por gracia, Felipe Fournier