David regresando a Jerusalén

 

Léase por favor 2 Samuel 19

 

Queridos jóvenes y amigos,

Hace dos semanas meditamos como David quiso librar de muerte su hijo, pero esta bondad del corazón de un padre no concordaba con la maldad de Absalom.  David lloró fuerte por su hijo, y Joab, capitán del ejercito, sabia que no era bueno esto.  Joab reprendió a David, pero lo hizo en una manera muy cruel.  “Hoy has avergonzado el rostro de todos tus siervos, que han hoy librado tu vida,…Amando á los que te aborrecen, y aborreciendo á los que te aman: porque hoy has declarado que nada te importan tus príncipes y siervos; pues hoy echo de ver que si Absalom viviera, bien que nosotros todos estuviéramos hoy muertos, entonces te contentaras.”  Lo malo aquí no es tanto la reprensión, porque en verdad David hizo mal, sino la manera de hacerla.  La crueldad nunca conviene al creyente. “Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo.”  Efesios 4:32  Aunque a veces la reprensión y corrección es necesario, es importante que se hace en espíritu de humildad, con deseo de restaurar al desviado. 

Veo algo instructiva en las palabras del pueblo en verso 9 “Y todo el pueblo porfiaba en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano de nuestros enemigos, y él nos ha salvado de mano de los Filisteos; y ahora había huído, de la tierra por miedo de Abaslom.”  ¿Por qué no dijeron estas palabras antes que escogieron a un malo como Absalom?  Parece que en el momento de entusiasmo por un líder joven y carismático como Absalom, se olvidaron de David, quien los había salvado de sus enemigos.  Pienso yo que no somos mejores que ellos.  Somos demasiado prestos para olvidar lo que el Señor Jesús sufrió por nosotros.  El mundo nos distrae con muchas atracciones.  Por eso es tan importante las palabras del Señor “Haz esto en memoria de mi.”  El conoce nuestras tendencias de olvidar. 

Quizás he mencionado antes esto, pero notamos aquí la diferencia entre los dos hermanos, Abisai y Joab.  Semei, que había tratado a David tan mal en la salida de Jerusalén, ahora ve el peligro de lo que había hecho, y viene buscando misericordia.  Abisai, que antes quería vengar a David contra Semei, otra vez quiere intervenir para ejecutar juicio sobre Semei.  Pero David respondió “¿Qué tenéis vosotros conmigo, hijos de Sarvia, que me habéis de ser hoy adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿No conozco yo que hoy soy rey sobre Israel?”  Es interesante que David clasificó sus dos sobrinos (Abisai y Joab eran hijos de su hermana Sarvia) como iguales, pero no era así.  Abisai en verdad amaba a David, y se sujetó a sus deseos, a pesar de su naturaleza impetuosa.  Joab, de carácter semejante, no se sujetó sino hacia lo que el quería sin considerar los deseos de David.  Seguro es que cada uno de nosotros tenemos ciertas debilidades de carácter que nos influyen en cierta dirección.  La pregunta es esta, ¿sujetamos nuestras naturalezas al que nos compró con su sangre?  O, como Joab, ¿simplemente hacemos lo que a nosotros nos agrada?  Abisai salió notorio como uno de los más honrados de los valientes de David.  Joab, en cambio, murió por espada, deshonrado y sin mención entre los valientes.

Ya habiendo pasado mí límite de un poco más que una páquina, no quiero sobrepasar con rapidez las palabras tan lindas e instructivas de Mephi-boseth.  Solo quiero que meditan en esto durante la semana “También Mephi-boseth hijo de Saúl descendió á recibir al rey: no había lavado sus pies, ni había cortado su barba, ni tampoco había lavado sus vestidos, desde el día que el rey salió hasta el día que vino en paz.”  Su gran amor y deseo de la vuelta de su amado rey hizo un cambio en su vida.  ¿Y nosotros?  ¿Tenemos semejante anhelo para la vuelta de nuestro Salvador, tal que cambia la manera de nuestro vivir?

Lo dejamos Dios mediante para la semana que viene la maravillosa manera en que Mephi-boseth explica su ausencia.

Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier