Jacobo, hijo de Zebedeo, hermano de Juan

 

Léase por favor Mateo 4

 

Queridos jóvenes y amigos,

 

En los cuatro evangelios y en el libro de Los Hechos, notamos que el nombre “Jacobo” (también llamado Santiago) era bastante común.  Había dos discípulos que llevaron este nombre, además otro que era hermano carnal del Señor Jesús.  Nosotros esta semana pensamos considerar Jacobo el hermano de Juan.

 

“Y pasando de allí vió otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.”  “Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.  Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él.”  Marcos 1:19-20

 

Así somos introducidos a un hombre muy callado, pues según lo que nos cuenta en la escritura, solo escuchamos su voz junto con su hermano mucho mas conocido, Juan.  Fuera de eso, no abría su boca para decir algo que se cuenta en la Biblia.  Pero a pesar de esto, hay cosas que podemos aprender en la vida de este hombre, discípulo del Señor, que abandonó su trabajo para seguir en pos de Jesús.  Se nota que su nombre se menciona primero “Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano” y yo pienso a través de esto que el era el hermano mayor, y acaso era el líder en las cosas mundanas del trabajo y la pesca.  Estas diferencias notamos hoy en día, que algunos tienen capacidades en lo terrenal que no necesariamente quiere decir que también tengan capacidades en lo espiritual.  No quiero decir que Jacobo era menos fiel al Señor.  Pero se nota que era su hermano menor que se adelantaba más en el servicio del Señor Jesús. 

 

Notamos que los dos hermanos tenían ciertas cosas en su carácter que les hacían semejantes.  “Entraron en una ciudad de los Samaritanos…no le recibieron, porque era su traza de ir á Jerusalén.  Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías?”  Lucas 9:52-54  Jacobo era celoso por el Señor y le daba mucha pena que los Samaritanos no quisieron, en esta ocasión, recibir a su Señor y se enfadaba bastante.  Pero el Señor le dijo (y también a su hermano Juan) “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; Porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron á otra aldea.”  Sabemos que en el evangelio de Juan, el Señor fue a Samaria, hablaba con la mujer pecadora de la ciudad, y muchos de los Samaritanos fueron salvos por fe en el Señor.  ¿Le hubieran recibido después si hubiera hecho como Jacobo y Juan quisieron?  Creemos que es por eso el Señor les puso un nombre extraño; “Y á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno.”  Marcos 3:17

 

Se entiende que por la naturaleza cada uno de nosotros tenemos cierto carácter, un carácter singular que nos distingue, pues es nuestra alma, el verdadero “Yo” personal.   Este carácter puede ser de una ayuda o un estorbo en las cosas del Señor.  Los “hijos del trueno” eran enérgicos para el Señor, celosos y atrevidos.  Pero no siempre eran inteligentes según la mente de Dios, y en esta ocasión, tuvieron un mal pensamiento, tal que el Señor dijo “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois.”  Así nuestro carácter personal, sea lo que sea, siempre tiene que ser controlado por el Espíritu de Dios, si vamos a ser servible en el campo del trabajo para el Señor.  Yo creo que Jacobo aprendió una lección muy bonita, viendo como el Señor aguantaba los desprecios de los Samaritanos en esta ocasión, para después, a través de la mujer de la ciudad en Juan 4, ministrar las buenas noticias que el Hijo de Dios había venido, no para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. 

 

¡Que bueno es notar que nuestro amado Salvador nunca tuvo que ser reprendido por su espíritu!  No, en toda ocasión el Señor era “manso y humilde de corazón.”  Mateo 11:29  Aunque nos es provechos considerar los otros en la Biblia, siempre el modelo perfecto es en mismo Señor Jesús.  “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí.”

 

Continuaremos nuestro estudio de Jacobo la semana que viene, Dios mediante.

 

Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier