Resultados del triunfo de David sobre Goliat: Amor y envidia

 

Lease pro favor 1 Samuel 18

 

Queridos jóvenes y amigos,

 

Leemos en este capitulo cosas ambos felices y tristes.  Primeramente notamos el afecto que tuvo la victoria de David en el corazón de este joven hijo de Saul, Jonathan.  “El alma de Jonathan fué ligada con la de David, y amólo Jonathan como á su alma.”  Aquí había una sinceridad no fingida.  Jonathan ya se había mostrado en el capitulo 14 de 1 Samuel como uno que confiaba en Jehová y había ganado grande victoria contra los Filisteos.  Pero no había en el nada mas que admiración para el joven David que había  puesto su vida en su mano y salido a la batalla en contra Goliat.  Hemos notado antes como Saul se contentaba cuando David estaba en su casa y tocaba su arpa, hasta punto de amarle.  Pero en verdad su amor no era nada profundo, pues muy pronto se le olvidó de David y no le conoció cuando vino a la batalla contra Goliat.  Creo que vemos aquí un ejemplo entre los verdaderos creyentes y los que simplemente quieren aprovechar de las ventajas o las bendiciones del cristianismo.  Querido lector, ¿a cuál de los dos ejemplos se parece usted?  ¿El ejemplo de Jonatan, o el ejemplo de Saul?  ¿Es usted uno que ama el Señor Jesús de verdad?  Creo que es una prueba muy buena de la fe verdadera.  A mi me gusta hacer la pregunta de uno que parece ser creyente ¿ama usted al Señor Jesús?  Como nos dice en 1 Corintios 16:22 “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. Maranatha.”  

 

Vemos el triste contraste de la actitud de Saúl comparado con Jonathan “Y cantaban las mujeres que danzaba, y decían: Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles.  Y enojóse Saúl en gran manera, y desagradó esta palabra en sus ojos, y dijo: A David dieron diez miles, y á mí miles; no le falta más que el reino.”  ¿Qué es lo que vemos aquí?  Es esta cosa tan dañosa, tan abominable en los ojos de Dios, la envidia.  ¡Cuantas cosas malas han pasado a inconversos y creyentes también por causa de la envidia!  Vemos en el ejemplo de Saúl que la envidia le incitaba hasta homicida.  “Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré á David en la pared. Y dos veces se apartó de él David.”  O, amados hermanos y amigos que aman al Señor Jesús, ¡que nos juzguemos delante del Señor cuando se nos acerca esta cosa, la envidia!  En Saúl, la envidia le arruinaba la vida.  Gastó la mayoría de sus años que le quedaban en esta carrera inútil, intentando matar a David.  A usted y a mi, quizás nos afectaría en otro modo, pero lo que sea, nos va a afectar muy mal.  Se nota que Jonathan no se enojó nada por las alabanzas de las mujeres, aunque quizás en otro tiempo estas alabanzas habían sido dirigidos hacia el.  Pero no le cayó nada malo sino que regocijó porque amaba a David.  El amor regocija en las bienaventuranzas de otros.  Si tenemos envidia, podemos estar seguros que esta envidia no proviene de Dios.

Vemos aquí en David una humildad que le guardaba de orgullo y le hizo muy aceptable al pueblo.  “Mas todo Israel y Judá amaba á David, porque él salía y entraba delante de ellos.”  Podemos decir, David era uno de ellos.  Compartía sus pensamientos, su corazón, su fe, con sus hermanos.  O hermanos, si queremos ser de ayuda a los demás, no nos conviene ser herméticos.  El esconder de nuestros hermanos nuestros gozos y tristezas pone un obstáculo en la comunión y nos aleja de nuestros hermanos.  Ellos llegan a ser sospechosos y desconfiados, porque no nos conocen de verdad.  ¿Y como pueden, si nos hacemos aislados y distantes?  Vemos el perfecto ejemplo en el Señor Jesús que era totalmente accesible, como en Lucas 7 donde la mujer de la cuidad que era pecadora, se le acercó, besando sus pies y lavándoles con sus lágrimas.  Saúl, cuando empezó su reino, era hombre humilde, trabajando en el campo siguiendo los bueyes. 1 Samuel 11:5.  Pero ahora, el se había hecho distante del pueblo de Israel, sentando en su trono, orgulloso e infeliz.  No podía aguantar la simplicidad de la fe y buen animo de este joven David, y trabajaba para ponerle impedimento en su caminar.  Dios mediante, consideramos algo mas la semana que viene.

Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier