Dispensaciones: El hombre bajo la guía de su conciencia

Léase Génesis 4

 

Queridos jóvenes y amigos,

 

La serpiente había producido en la mujer el deseo para tener el conocimiento del bien y mal, o lo que nosotros llamamos “conciencia”.  Pero lo que no le había dicho es que no iba a poder hacer el bien ni evitar el mal.  Vemos también este principio tan importante, pero además tan triste, que su naturaleza caída de Adán y Eva fue heredada por sus hijos, Caín y Abel.  En Génesis 4 vemos como actuaba el hombre bajo la dispensación de conciencia.  Desde el principio era un fracaso.   Pero a pesar del mal del hombre, vemos también la gracia de Dios de una vez.

 

Recuerdo hace muchos años que una hermana estaba enseñando a los niños y usaba unos libritos de dibujos que había comprado en una librería cristiana.  En estos libritos apareció la historia de Caín y Abel, y el librito dijo que Dios aceptó la ofrenda de Abel porque ofreció con buena voluntad, pero la ofrenda de Caín no, porque ofreció con mala voluntad.  Otros han pensado que Abel trajo la oveja porque era pastor, y Caín sus frutas porque era agricultor.  Quizás si no habíamos leído toda la Biblia, llegaríamos a concluir algo semejante, pero eso no es la verdad.  Vemos la respuesta en este versículo de Hebreos 11:4 “Por la fe Abel ofreció á Dios mayor sacrificio que Caín, por la cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio á sus presentes; y difunto, aun habla por ella.”  Abel ofreció por FE.  Abel había oído de sus padres (y sin duda Caín también) que Dios requiere substituto con sangre.   Por eso el trajo un sacrificio agradable a Dios.

 

Vemos en este capitulo dos cosas tan importantes, tan solemnes también.  Había la sangre de la oveja de Abel, su presente, que según el verso en Hebreos, Dios “aun habla por ella.”  ¿De que habla?  De la salvación por medio del Señor Jesucristo.  Pero hay otra sangre en este capitulo también.  Es la sangre de Abel.  Dijo Dios a Caín “La voz de la sangre de tu hermano clama á mí desde la tierra.”   Clamaba para juicio.  Pero nosotros, creyentes en Cristo, podemos gozar en “Jesús…, y á la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel.” Hebreos 12:24.  Así que todo hombre esta entre estas dos sangres; o la sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado, o la sangre de Abel, derramada injustamente por su hermano enfadado por no ser aceptado, queriendo llegar a Dios por medio de sus propias fuerzas.  Quizás uno podría decir “!yo no soy culpable de tal cosa como homicida!”  No importa, somos pecadores por naturaleza, heredado de nuestros padres, y pecadores de práctica porque hemos pecado contra Dios en nuestras obras.  Merecemos el juicio igual si fuéramos tan malos como Caín.  Pero como había remedio para ambos Abel y Caín, hay remedio por nosotros en la sangre de Cristo.  Querido lector, ¿es usted como Abel que aprovechó por fe el remedio, o como Caín que rechazó?  Es usted como uno de los dos.  No hay otro terreno.

 

Vemos también en este capitulo el mundo, inventado por Caín fuera de la presencia de Dios.  Un hermano ha explicado así al mundo “El mundo es sistema, edificado por Satanás, para hacer el hombre feliz sin Dios.”  Así que Caín edificó ciudad, poniendo nombre de su hijo, que nos habla de la fama.  Sus nietos (Jabal, Jubal, y Tubal-Caín) inventaron comercio, industria, y música.  Estas son las características del mundo, no necesariamente malo, pero fabricado sin referencia a Dios, fuera de su presencia.  Nosotros, creyentes, también usamos el mundo y estas cosas para vivir y sostenernos, pero debe de ser siempre como los hijos de Dios. 1 Corintios 7:31 “Y los que usan de este mundo, como los que no usan: porque la apariencia de este mundo se pasa.”

 

Así la dispensación de conciencia empezó con envidia, enojo, homicida y mentira.  Pero también con demostración que Dios por gracia y sangre de substituto iba a aceptar el hombre pecador.  Vemos el mundo establecido sin referencia a Dios, pero también vemos la línea de fe, por medio de Seth, tercer hijo de Adán y Eva.  Querido lector, ¿a cual línea pertenece usted?

 

Su hermano en Cristo, Felipe Fournier