Pedro y sus instrucciones para el cuidado de la grey
Léase por favor 1 Pedro 5
Queridos jóvenes y amigos,
Este capitulo tiene enseñanzas bien bonitas y edificantes y creo que vemos
aquí como nuestro amigo Pedro había aprendido las lecciones que le costaron
bastante para aprender.
Empezamos
con el primer versículo del capítulo, “Ruego á los ancianos que están entre
vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de las aflicciones de Cristo,
que soy también participante de la gloria que ha de ser revelada: Apacentad la
grey de Dios que está entre vosotros.”
Vemos escondido en este versículo una confesión de Pedro que era nada
más que “testigo” de las aflicciones de Cristo, no “participante” de ellas,
pues negó a su Señor en la hora de la prueba con miedo de las aflicciones. ¿Somos nosotros mejores que el? Pienso que no, pero la maravilla de la
gracias que Pedro nos explica aquí es que vamos a ser participantes de la
gloria que ha de ser revelada, aunque muy poco hemos gustado las aflicciones de
Cristo. Y es bueno que seamos nosotros
también testigos de los sufrimientos de nuestro amado salvador, no con ojos
naturales como era Pedro, pero con los ojos de fe, igual que ellos judíos que
recibieron la carta de Pedro. “Al cual,
no habiendo visto, le amáis; en el cual creyendo, aunque al presente no lo
veáis, os alegráis con gozo inefable y glorificado.”
“Apacentad
la grey de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por
fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de un ánimo
pronto; Y no como teniendo señorío sobre las heredades del Señor, sino siendo
dechados de la grey.” Pedro podía hablar
así siendo el mismo anciano. La gran
mayoría de ustedes que reciben mis estudios no se puede considerar “ancianos”
pues son jóvenes. Hasta yo mismo no me
considero “anciano” pues tengo 49 años y hay hermanos mucho mayores que yo en
la asamblea, por eso me conviene tomar el lugar de uno que escucha, no como uno
que manda o que toma posición como anciano.
Pero a pesar de eso, creo que hay un principio que toca a todos
nosotros, sea nuestra edad lo que sea.
“Teniendo cuidado de ella” debe ser verdad de todo miembro de la
congregación local. ¿Somos egoístas? No conviene al creyente en Jesús. Nuestros hermanos, los otros jóvenes, se notan
cuando hay un cuidado por los demás. Es
muy común el egoísmo. Se nota en el
libro de Jonás, que Jonás se preocupaba de la calabacera que ministraba a su
bienestar, pero no se tomaba en cuenta los miles de niños en la cuidad de Ninive, que hubieran sido destrozados si Dios iba a seguir
el deseo de Jonás. ¡Que triste! Pero antes de juzgar fuertemente a Jonás,
debemos considerar nosotros mismos, para ver si hay cosa semejante en nuestras
vidas.
Quizás
uno de nosotros como jóvenes decimos “no veo bien esto en los ancianos de mi
asamblea. ¿Qué se debe hacer
entonces?” Notamos el versículo que
sigue “Y cuando apareciere el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria.”
Nosotros sabemos que hay uno sobre ellos que es el Príncipe de los
pastores que no nos deja pasar cualquier dificultad o prueba que no sea según
su corazón de amor. Es posible que los
ancianos hayan fracasado en sus responsabilidades y claro que es una
tristeza. Pero no debe de ser motivo de
abandonar la senda, siendo que conocemos al Príncipe de los pastores que nos
cuida siempre, a pesar de las fallas de otros.
Dios
mediante seguiremos mas en este capitulo la semana que viene.
Con
mucho afecto en el Señor, hermano Felipe Fournier