David y el triste fin de Saúl y Jonathan

 

Léase por favor 1 Samuel 31

 

Queridos jóvenes y amigos,

“Y siguiendo los Filisteos á Saúl y á sus hijos, mataron á Jonathán, y á Abinadab, y á Melchîsua, hijos de Saúl.”  ¡O, Jonathan!  ¡Tu, que habías dicho “tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti”! 1 Samuel 23:17.  Pero, en vez de esto, muerto en la batalla con los Filisteos con tu papa y tus hermanos.  Creo que vemos aquí una verdad que toca a nosotros también, como leemos en 2 Timoteo 2:12 “Si sufrimos con el, también reinaremos con él.”   Jonathan no quiso sufrir con David, aunque le amaba mucho.  Le gustó demasiado los lujos de la casa de su padre, y los privilegios que le brindaba como hijo del rey, que caminar rechazado con David.  Queridos amigos, yo creo que el sufrir con Cristo no es necesariamente sufrimiento de persecución y muerte, como solía pasar a creyentes en otras épocas, y que hoy día esta pasando a algunos creyentes en el mundo.  Para nosotros, que vivimos en países donde hay libertad de conciencia, el sufrir con Cristo tiene que ver con nuestro identificación con el.  ¿Se acuerda del joven de que escribí la semana pasada?  No sufrió nada porque no se identificó con Cristo.  Jonathan evitó el sufrimiento con David pero también perdió el lugar en el reino.  Cristo también va a reinar, y nosotros con el.  Nuestro premio por sufrir con Cristo aquí será visto en la posición que tenemos en el reino en aquel día. 

Vemos en nuestro capitulo el triste fin también de un hombre que una vez tenia espíritu humilde, que había sido usado para librar los Jebuseos.  “Y el espíritu de Dios arrebató á Saúl en oyendo estas palabras, y encendióse en ira en gran manera.”  1 Samuel 11.  Leemos en este capitulo que Saúl, siendo rey “Y he aquí Saúl que venía del campo, tras los bueyes.”  Seguía como campesino, haciendo trabajo como los demás y en este espíritu de mansedumbre libró los habitantes de Jabes con grande victoria.  Pero, poco tiempo después le vemos muy diferente, desviando de la senda de obediencia, cayendo en trampa de orgullo.  Y aquí termina su carrera, matándose con su propia mano.  ¡O, amigos, que gran advertencia tenemos en la vida de Saúl!  Es tan peligroso caminar como profesante, sin tener una fe verdadera en el Señor Jesucristo.  Y aun por nosotros que somos creyentes de verdad, la vida de Saúl puede ser de enseñanza lo que pasa cuando la soberbia y el orgullo se apoderan de nosotros, dejándonos en condición de envidia y mal humorado como era Saúl por varios años.

Una palabra en cuanto al suicidio y el creyente.  Hay varios en la escritura que se suicidaron y tenemos dos en este capitulo; Saúl y su escudero.  Hay también el ejemplo de Judas, discípulo del Señor Jesús, pero un falso profesante.  Tenemos uno en Hechos 16 que intentaba, pero en vez de esto llegó a ser el primer creyente en Filipo.  Tengo experiencia de alguien en mi familia que cometió este hecho.  No dudo que era creyente de verdad, y no se porque precisamente los problemas de la vida le espantaron tanto que decidió terminar su vida, pero dejó atrás una tristeza imposible de medir en su profundidad.  Solo les digo, mis amigos, que nunca vemos que el suicidio sea acto agradable a Dios, y es un fuerte dolor para los que se quedan atrás.  Se nota el ejemplo de Elías, profundamente deprimido y triste, que pidió de Jehová la muerte en 1 Reyes 19.  Pero Jehová no le otorgó su petición entonces, ni nunca.  Era uno de dos en la Biblia que nunca murieron, sino fue arrebatado al cielo sin morir.

Una cosa más antes que terminar; es bonito ver la actitud y valentía de los hombres de Jabes, que arriesgaron sus vidas para rescatar el cuerpo de Saúl y sus hijos de la deshonra.  Nunca se les olvidó lo que Saúl había hecho por ellos tantos años antes, y se nota en el capitulo siguiente que David les bendijo por su fidelidad.  Es bueno no olvidar el beneficio que otros nos han brindado, a pesar de tiempo pasando y cambios en la vida.

Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier