Dispensaciones: Gracia ofrecida y rechazada

 

Léase Lucas 19:12-14, Hechos 3:13-26, Hechos 7:35-60

 

Queridos jóvenes y amigos,

 

Hemos visto como el hombre bajo la ley se encontró en ruina espiritual, lejos de Dios, y sin esperanza.  Pero hemos visto también como Jehová abrió la puerta de gracia, aun en el antiguo testamento, bajo la ley.  Hubo lugar para “cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión” como notamos la semana pasada.  Pero por fin, el pueblo de Israel salio en cautividad, y aunque algunos fueron restaurados en los tiempos de Esdras y Nehemias, no cambio el dicho de Dios, Lo-ami “no mi pueblo”.  Leemos estas palabras tristes en Juan 1:11 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.  La pregunta tan importante para usted, querido lector, es esta ¿usted lo ha recibido?  No hay pregunta más importante en todo el mundo para usted, porque tiene que ver con el día de hoy hasta la eternidad.

 

Leemos en Lucas 19 de la parábola del hombre noble que dejó su hacienda a los siervos con sus talentos.  Pero el versículo que queremos considerar es este “Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros”.  ¡Oh triste comentario del hombre que no le gusta la gracia!  Ya hemos estudiado el libro de los Hechos, pero vamos a volver por este estudio de pensar de la gracia ofrecida primeramente a la nación de Israel después que el Señor Jesús volvió al cielo.  En Hechos 2 y 3 leemos de la gracia y perdón de pecado ofrecido por boca de Pedro a los judíos.  Es maravilloso ver como 3,000 personas fueron salvos en Hechos 2, contraste grande al día cuando 3,000 personas murieron bajo las espadas vengativas de los hijos de Levi en Éxodo 32.   Y que grato es leer estas palabras en Hechos 3 “A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.”

 

¿Se da cuenta, querido lector, de esta gran diferencia entre la ley y la gracia?  Cristo vino para bendecirle.  La ley trajo maldición sobre el hombre que no podía guardar sus principios.  Pero que triste es ver en Hechos 7 el cumplimiento de la parábola en Lucas 19.  Esteban era el último testimonio a la nación de Israel de la posibilidad de conocer a su rey.  Pedro les dijo en Hechos 3 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo”.  La interpretación correcta de este versículo es que Dios hubiera enviado a Jesucristo a volver justo entonces para establecer su reino, si la nación de Israel en aquel tiempo lo hubiera aceptado.  Pero en vez de aceptarlo, enviaron embajada, en forma del primer martirio Esteban, diciendo “No queremos que éste reine sobre nosotros”.

 

Nosotros todavía vivimos en este día de gracia.  La salvación gratuita sale hasta el día de hoy a cualquiera, judío o gentil, que quiere aceptar al Señor Jesús.  Hay que recordar que la gracia no es excusa para  nosotros, creyentes en Cristo, hacer nuestra propia voluntad.  Si llamamos Jesús “Señor”, quiere decir que reconocemos que El tiene autoridad de nuestra vidas.

 

Su hermano por gracia, Felipe Fournier