Israel bajo
la ley: Dios manifestado en juicio y en misericordia
Léase Éxodo
21:1-6, 32:1-35
Queridos
jóvenes y amigos,
Para mi es
una maravilla leer estos versos en Éxodo 21, tan pronto después de que Israel
se puso bajo la ley. Tenemos la ley del
siervo hebreo en este capitulo de Éxodo, pero la maravilla es que Jehová estaba
enseñándonos de antemano la venida del siervo perfecto, el Señor Jesús. Israel era siervo infiel, como todos nosotros
somos. Pero hubo uno que dijo “Yo amo a
mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre;” y este era el mismo Señor
Jesucristo. ¿Y no es interesante que
dijo primero “yo amo a mi señor” y no “yo amo a mi esposa y mis hijos”? Nos hace pensar de este amor infinito que
siempre hubo desde la eternidad pasada entre el padre Dios y el hijo
Jesucristo. Como tenemos en Juan 14:31 “Mas para que el
mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago.” Eso no disminuye su amor para “su esposa y su
hijos” que en ambas cosas refiere a nosotros, hijos de Dios por fe en
Jesucristo, y esposa de Cristo como la iglesia.
Solo pone preeminencia donde debe estar.
“No saldré
libre” dijo el siervo. O, ¡que sujeto
para el corazón meditar la obediencia de Cristo, hasta la muerte de la
cruz! Leemos en el profeta Isaías,
capitulo 50, de esta obediencia “Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui
rebelde, ni me volví atrás. Di mi cuerpo
a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi
rostro de injurias y de esputos.” Israel
era pueblo rebelde siempre, desde el principio, y ahora que habían escogido la
ley, se iba a manifestar en toda su plenitud su rebelión. Nosotros, en nuestra carne heredado de Adán,
no somos diferentes por nada, pero ¡que alivio para nuestros corazones leer de uno
que no fue rebelde, que no quiso salir libre!
El fue a la cruz y “herido fue
por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;”. O, ¡bendito Señor Jesús! ¡Inclinamos nuestras cabezas y corazones en
loor y alabanza, pensando de quien eres tu y como tu te has dado así por
nosotros!
Es con cierta
tristeza que pasamos de sujeto tan animoso en Éxodo 21 a Éxodo 32, donde leemos
cuan pronto este pueblo que dijo cuarenta días antes que iban a ser obedientes,
apartaron de obediencia en una manera horrible.
Y Aarón, hombre destinado de Dios para ser sumo sacerdote, en vez de ser
líder responsable para corregir el pueblo, llegó a ser instrumento para
ayudarles en su idolatría. Quizás para no ser muy largo esta semana, para
la semana que viene, Dios mediante, podemos meditar como Moisés llega a ser
intercesor por el pueblo.
Así empieza
la dispensación de la ley con un fracaso total de parte del pueblo de Israel.
¿Y no es una desgracia ver como el creyente en Cristo de hoy día piensa volver
a este ley con fin de ser aceptable a Dios?
Yo esta semana hablé con un mexicano, hombre sincero pero mal instruido,
que insistió que sin la obediencia el creyente lavado con la sangre de Cristo
todavía se iba a encontrar perdido para la eternidad. Si eso fuera la verdad, no puede haber
esperanza por nosotros, y estaríamos en la misma condición que Israel bajo la
ley, sujetos a juicio porque no podemos guardar la ley de Dios.
Su hermano
en Cristo, solo por gracia, Felipe Fournier